Sacerdote sordo, fallecido el domingo 27, a los 92 años de edad, en Tenerife. Su nombre figura en los orígenes de las asociaciones de padres de personas sordas, entre quienes fueron promotores de la idea para su creación en la década de los setenta. La semilla germinó y la dedicación y trabajo de las familias dio lugar a otras muchas asociaciones que hoy se agrupan en FIAPAS.
Su vocación sacerdotal fue temprana, pero no se materializó, por las circunstancias de la época, en las que la sordera se veía como una barrera insalvable, hasta los 33 años cuando pudo ingresar en el seminario, donde estudió Filosofía y Teología.
Trabajó como profesor de religión y ejerció su función sacerdotal en el Colegio “La Purísima” de niños sordos, donde ejerció una meritoria y extensa labor como educador.
Gestionó ante la Conferencia Episcopal el reconocimiento de la Pastoral del Sordo, en la que participan varios sacerdotes distribuidos por distintas diócesis españolas. En ellas hay alguna iglesia o parroquia de referencia donde las personas sordas pueden encontrar culto en lengua de signos y atención personalizada con sacerdotes o personas con quienes se podrán entender y comunicar.
La Universidad Gallaudet de Washington le otorgó el título de Doctor Honoris Causa en Letras y Humanidades. Y el papa Benedicto XVI le concedió el título de Prelado de Honor de Su Santidad.
Hoy también muchas familias de personas sordas tendrán un recuerdo hacia su figura.